domingo, 24 de enero de 2010

El beso

Te veía cada día, a través de la ventana de mi habitación , salir por la puerta de tu casa y me quedaba esperando en el alféizar de me ventana a que me mirases , pero no lo hacías.

Ese día fue especial. Empezamos a hablar, a reír. Nos pasábamos los días en aquel lugar, en medio del campo, lleno de flores y árboles. Olía a primavera. Nos juntábamos para no pensar en lo que pasaría cuando cruzáramos las puertas de nuestras casas y nos encontrásemos frente a frente con nuestras familias y sus prejuicios.

Pasaban los días. Te veía distante. No eras feliz como antes. No osaba decirte nada, pues te quería demasiado para perderte. Cuando me llevaste a nuestro lugar, en la colina, y me dijiste todo aquello, no pude aguantar las ganas de llorar. Las lágrimas me salieron de los ojos de golpe. El hecho de que te fueras, hizo que todos los malos momentos de mi vida pasaran a gran velocidad por mi cabeza, como si el dolor que llevaba dentro de mí se hiciera cada vez más grande, impidiéndome respirar.

Esa noche, me puse mi mejor vestido y nos encontramos en la colina. Tu también vestías elegantemente. Nos tumbamos en la hierba y cogidos de la mano nos pasamos toda la noche hablando. Al amanecer nos despedimos con un profundo beso y, con lágrimas en los ojos, te dije adiós para siempre.

Pero nuestro lugar quedó sellado para siempre con ese beso.

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